
Conscientes de que tenemos la responsabilidad de difundir uno de los masajes más sutiles y profundos que existen; y conscientes también de la responsabilidad que supone la confianza de haber sido elegidos para la formación en este arte tan delicado, nuestros esfuerzos están siempre puestos en mejorar la calidad de la enseñanza, sabedores de que para alcanzar el dominio de la técnica hace falta desarrollar el sentido del tacto, de la escucha y tamizarlo por el tiempo y la práctica.
Es por ello que los tres seminarios están separados en el tiempo, para dar tiempo, mediante la práctica, a desarrollar la propia técnica y encontrar las dificultades que provocarán dudas que se plantean en cada seminario.
En nuestra escuela no basta con la explicación de cada técnica, es necesario experimentarla, sentirla y de esa forma poner las bases de los dos pilares fundamentales: la memoria técnica y la memoria sensorial, que nos permitirán afinar la escucha ajustando nuestras manos a las necesidades de cada personas.
La memoria técnica es aquella que proviene de la explicación y repetición continuada. La que nos permite retener y evocar las técnicas en el momento de cada sesión.
La memoria sensorial es aquella sutil que nos permite empatizar, saber escuchar con las manos y ajustarse a las necesidades de cada persona. La memoria sensorial conecta cada momento, cada instante con una emoción, una sensación, una percepción; es lo que posibilita que el Masaje Facial Japonés trascienda el acto del masaje y convertirse en una auténtica experiencia que nos provoque sensaciones y emociones que perduren en nuestra memoria.
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