
En no pocas ocasiones hablamos del cuerpo, como una entidad ajena a nosotros. Digo: «mi cuerpo», como si hablara de las llaves o del coche. Expresiones cuerpo y mente; o cuerpo y alma, así lo corroboran. Sin embargo, mi yo está conformado tanto por la mente como por el cuerpo. Las emociones y los sentimientos surgen del cuerpo y se materializan en la mente a modo de pensamientos y sensaciones.
A lo largo de la historia de la humanidad, hemos ido abordando la mente y el cuerpo a veces como unidad, a veces como entidades separadas. Sin embargo, no hay trauma físico que no deje una huella en la mente, provocando una emoción; a veces provocando un trauma que me acompaña toda la vida. Episodios, a veces de pocos segundos, de violencia, configuran un estrés postraumático impidiendo un desarrollo normal de la vida. Nos transforma, a veces cambiando aspectos importantes de nuestra personalidad.
Muchas terapias hablan de una espiritualidad en la que nuestro cuerpo no es más que una vaina, un envoltorio transitorio. No sabemos a ciencia cierta si eso es así. Lo único que sabemos es que sólo tenemos memoria de nuestra vida presente y vamos siendo conscientes de cómo nos afectan las circunstancias de la vida: elecciones, relaciones, episodios vividos, lo aprendido en vivencias o en lecturas, etc.
En el Masaje Facial Japonés, nuestro propósito es relajar el cuerpo, calmar la mente y tonificar los músculos faciales. No es un objetivo menor. Se cumple nuestro propósito holístico en donde nuestro yo, concebido el yo como cuerpo, mente y alma, se armonizan relajando el cuerpo, calmando la mente y como resultado, reflejándose en el rostro.
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